sábado, 1 de diciembre de 2018

Los males de nuestra pelota


Santiago de Cuba, 24 nov (D360) Por estos días la Serie Nacional Cubana ha vuelto a ser aquella que generaba debates en cualquier esquina del país. Aunque en esta segunda fase en la que está envuelta la competencia solo hay seis equipos, en todo el país se habla y se vive el beisbol.

 Pero no todo es color de rosa, y algunos males que lastran nuestros torneos desde hace tiempo siguen dañando el espectáculo más aclamado por la afición deportiva cubana. Es inconcebible que ya en la segunda fase del torneo,  donde se concentra la calidad y disfrutamos sobre el terreno de los mejores jugadores del país, sigan existiendo a diario juegos a la 1 del mediodía. En nuestro archipiélago hay millones de obreros, niños y jóvenes que asisten a su centro laboral o educativo y que al llegar a casa desean poder disfrutar de  un partido de beisbol, como evento cultural que arrastra a una gran masa de personas a los estadios.
 La contratación de peloteros en el exterior ha puesto en evidencia más de una vez a la Comisión Nacional de Béisbol. Ya son varias las figuras aparentemente desconocidas, sobre todo jóvenes, que han sido contratados en el extranjero cuando ni siquiera en sus provincias gozaban de un papel importante. Resulta increíble que un scout japonés venga del otro lado del mundo y detecte el talento en un joven que nuestros entrenadores ven a diario en los terrenos, y que al final gracias a otros termine siendo una estrella de nuestra selección nacional. 
 La solución a tantos años de desilusiones no es transmitir menos fútbol por la televisión, ni ofrecer por este medio un partido semanal de las Grandes Ligas norteamericanas, editado y diferido. Tampoco hay que temerle a poner un juego de la liga estadounidense donde jueguen beisbolistas cubanos. Ese es el mejor beisbol del mundo, y que nuestros jugadores triunfen ahí, por cualquier vía que hayan llegado, debería ser motivo de orgullo para nuestro país, por nuestra gente y por nuestro deporte nacional.

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